Los tienen en el vestíbulo del instituto, en una gran saca. En las clases tienen pequeños contenedores que cuando se llenan, lo vacían en la saca, todo el instituto está implicado.
Esto no es dinero, no, esto es solidaridad.
Los que de alguna manera estamos relacionados con este tipo de acciones sabemos que para conseguir dinero por este medio es complicado, muy complicado, se necesita una gran infraestructura con mucha gente que colabore desinteresadamente, pues realmente si contáramos el dinero y el tiempo que se gasta en desplazamientos para acudir a los distintos puntos de recogida, superaría posiblemente al que podamos conseguir con la venta de tapones. Yo misma lo he podido comprobar.
Pero lo de hoy era otra cosa, no se si podré explicarme. Muchos chicos implicados recogiendo tapones y llevándolos al colegio con el fin de ayudar a alguien, el resultado en este caso es lo de menos, es el acto lo que importa y que hoy me ha emocionado. Además de que aprenden a ser solidarios también se están implicando en ayudar al medio ambiente, todos sabemos la importancia que tiene hoy en día el reciclaje para evitar la contaminación atmosférica. Quiero decir realmente que además de poner su granito de arena económicamente hablando en la investigación del Síndrome de Rett en este caso, se llevan los más importante, ser solidarios con causas como las enfermedades raras o el medio ambiente, y esto vale mucho.
Desde aquí mi agradecimiento a EPLA, Escuelas Profesionales Luís Amigó, a los chicos y a los jefes de estudio Jaume y José, que se han implicado en este acto.
Os dejo la foto de los chicos de EPLA, los delegados de los distintos cursos, en representación de todos sus compañeros, y de un mural que hicieron para navidad utilizando los tapones.
Muchas gracias a todos, también a la empresa Sorma Ibérica, S.A., que nos ha hecho el favor de la recogida, almacenaje y venta de los tapones.
POR ELLAS . . .
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