CONOCER EL SINDROME DE RETT

Me llamo Carmen y tengo ocho años.
Mis padres os escriben por mí, porque yo no se escribir. Y no sé si sabré algún día.
Yo no puedo llamaros, porque no puedo hablar. Y no sé si lo haré algún día.
Yo no puedo ir con vosotros, porque no ando bien. Y no sé si lo haré algún día.
Pero yo tengo cerebro y memoria y os prometo pensar en vosotros y sonreiros si me prometéis ayudar a encontrar una solución a mi enfermedad
Asociación española del Síndrome de Rett


martes, 16 de octubre de 2012

AMARGA ALEGRIA

   Alegría porque Andrea ha sido capaz de ver que algo muy importante en su vida le ha faltado, y amargo, muy amargo, porque eso mismo le ha provocado dolor.

   Hace quince días murió el abuelo de Andrea, Francisco. Cuando vino del cole se lo expliqué, pero no noté ninguna reacción especial. Yo la esperaba, porque su abuelo era muy especial para ella, siempre estaba pendiente de ella, por supuesto que en la familia todos están pendientes, pero con el abuelo tenía otra conexión. Cuando llegamos a su casa, el abuelo acerca el carro a su sofá, y está a su lado todo el tiempo que estamos en su casa. Si llega la hora de la merienda o la cena, Andrea mira al abuelo, lo llama a su manera, y el abuelo ya sabe lo que quiere la niña, entonces cuando el abuelo dice que la niña quiere comer, Andrea se rie. Ella pendiente siempre de él, y él de ella.
   
   Ese lunes por la noche, Andrea despertó a la una de la madrugada llorando, pero como más tarde se puso enferma vomitando, pensamos que lloraba porque no se encontraba bien.
  El martes no la llevamos al funeral, porque yo estaba segura que no entendería esa situación, pensé que podía echar de menos al abuelo, pero no entender esa ceremonia, y como no sabía cual sería su reacción, la dejamos en casa.
  Y llegó el sábado y fuimos a casa de los abuelos. Yo  temía ese momento, pero no sucedió nada. Había mucha gente, todos los tíos y primos de Andrea, unas veinte personas, y con tal jaleo, no se dio cuenta de nada.

   Pero este sábado ha sido diferente. Llegamos a casa de los abuelos, y nos sentamos en el comedor como siempre, esta vez estaba sola la abuela. Andrea empezó a buscar, y me miraba, hasta que reparó en una foto del abuelo que estaba encima del mueble y que antes no estaba. Me miró, miró la foto, a mí, a la foto, me acerco y le digo que el abuelo no está ya con nosotros, y se puso a llorar. Ahora sí que lo entendió. Me causó un dolor inexplicable verla llorar por su abuelo, pero la alegría de que era capaz de echarlo en falta y entender que ya no está.
Por la tarde fuimos a una misa por el abuelo, y al salir de la iglesia cuando oyó que hablábamos de él, se puso otra vez a llorar, pero mi madre le dijo que el abuelo había subido al cielo, y había ido a buscar a su otro abuelo, y  después de conocerse,   ahora estaban los dos juntos viéndola desde allí y cuidando de ella.

Andrea sonrió.

3 comentarios:

  1. sentimos mucho vuestra pérdida...un beso muy grande para todos! Un relato precioso
    Silvia,Gonzalo,Julia y Ángela

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  2. Me has echo llorar y es verdad que a veces no sabes sí es mejor que estén en Su mundo o que vivan la realidad porque ésta puede ser muy dura. Siento mucho lo del abuelo de verdad. Besos

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  3. Gracias a todos por vuestras palabras de ánimos.


    Yo no pretendía poneros tristes, al contrario, pero veo que no me ha salido muy bien. Mi pretensión era haceros ver que realmente las niñas entienden lo que pasa a su alrededor, y aunque es duro muchas veces, como en este caso, la vida es así para todos.


    Los primeros días yo estaba realmente preocupada porque Andrea parecía que no se había enterado, y no es que quisiera verla sufrir por esto, es que yo estaba convencida de que iba a echar en falta a su abuelo, y al ver que no pasaba nada llegué a pensar que realmente no entiende las cosas como yo siempre he pensado que lo hacía.


    Por eso cuando ella se dió cuenta, a pesar de lo doloroso de la situación, vi que yo no estaba equivocada todos estos años, y a pesar que no pueda hablar y sus demás limitaciones, me demostró que si que se entera bien de las cosas, y eso me provocó al mismo tiempo una inmensa alegría.

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